
En el contexto teórico de Deshumanización del arte (1925), desarróllese y explíquese los siguientes conceptos:
Lo kitsch
La deshumanización de la ciencia (vistos los paralelismos entre arte y ciencia positivista)
El posmodernismo cultural
Los contextos históricos y fisiosemióticos de la cultura pop
La <<moralización>> sedentaria (frente al nomadismo) y el arte. ¿Cuál es la relación más exactamente comprendida?
<<Barrios bajos>> de la atención (infrarrealismo) frente al uso depredador de neurocapitalismo; o sea, descríbase, desarróllese diferencia entre trato contemporáneo de la atención sensoria y el <<arte nuevo>> de Ortega.
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Lo kitsch
Un espacio fisiorracional nuevo como cauce de imposición fisioestética que vive en su propio enaltecimiento fisiológico, pero desoyendo las trabas de la coherencia lógica y librándose, por tanto, de sus reclamos.
Deshumanización de la ciencia
De aquí puede decirse que nace –o al menos abreva- el arte nuevo: ambos suponen lo que es una descorporeización respecto la experiencia fisiológica en que las emociones (o sea, lo sensorio) se subordina a alguna noción conceptual. No hay otro sino humano, aunque esto nunca de forma definitiva, puesto que los grupos humanos, para perdurar en el tiempo, tienen que estructurar su experiencia fisiológica y somantosenorial en torno a algún tipo de conceptualización, y aunque sea mínimamente, siendo la individualidad social el punto real de unión entre el plano fisiocorpóreo (siempre individual), y la facticidad colectiva que es la que sobrevive. Pero, naturalmente, junto con las conceptualizaciones semióticas (o sea, las que son colectivamente reconocidas) la precariedad sensorial y la indefinición también moral tienen que estar disponibles en algún grado, puesto que ellos son los garantes últimos de que lo sociorracional se necesite y pueda justificarse, eso que es la verdadera vida robusta y palpitante del mismo.
Pero como este ímpetu fisiológico hacia simplemente la vigorización somatosenoria -puesto que el grupo lo requiere para asentarse sociorracioalmente- es parte inherente al ser neurológico y fisiocorpóreo, la individualidad fisiorrracional surge ahora frente a ello, como por otra parte siempre ha sucedido ya que es en la oposición que lo fisiológico sirve sustanciando a los grupos humanos; se trata de un nuevo modo de vivificación fisiológica que solo un individuo social puede llevar acabo, puesto que supone una forma de desafío de, resistencia a, lo que ya está sociorracionalmente constituido: pero esto también es universal dentro de las culturas humanas por cuanto constituye un nuevo espacio de ejercicio fisiológico (y fisioconceptual), espacio del que todo cultura sedentaria está necesitada.
En este sentido, la ciencia es una disciplina que requiere el dominio del individuo que lo ejerce como una forma de poder -incluso de violencia al menos metabólica, no física- y en buena medida en contra de su propia esencia fisiológica y fisioopróbica, con los enormes beneficios técnicos que se constatan a lo largo de la historia humana, y no solo después del renacimiento europeo. Y como tensión agonalmente establecida entre la parte somatosensoria nuestra y lo conceptual, también se ha erigido el arte contemporáneo, precisamente como espacio vigorizado fisiológico que, aunque prescinde en algún grado de las trabas de lo conceptual (cosa que no hace, obviamente, la ciencia), no busca desamarrase del todo.
Pero claro, como la libertad en este sentido artístico es la de una suerte de rebelión a partir de una sociorracionaldiad ya elaborada, ocupa un punto concatenado de oposición, cosa que está, por otra parte, implícita respecto el momento presente de todo cuerpo. Suspendidas quedan, entonces, todas la fuerzas ausentes del oprobio biológico, y como si de la figura de un guerrero disciplinado se tratara, el científico y el artista nuevo (el del contexto teórico del ensayo de Ortega) ambos dos ejercen sus sentidos en contra de su propia naturaleza sintiente, y respecto particularmente lo que supone una distorsión del afán empírico (caso de la ciencia), y una mixtificación del esfuerzo vanguardista de imposición de estilo: pues la fisiología humana está hecha para su propia moralización socio-espacial como resultado de lo que parece haber sido un camino universal pre-agrícola de todo grupo humano; pero, la ciencia y el arte contemporáneo son técnicas que se mueven justo en un sentido contrario.
Posmodernismo cultural
Espacio fisiológico y fisiorracional ampliado precisamente porque se relajan en algún grado las trabas y los reclamos de la razón empírica, en buena medida porque la razón solo empírica es una forma –siempre lo ha sido- de penuria y más allá de su sentido estrictamente técnico; el posmodernismo siempre ataca este punto flaco del empirismo que, en realidad, vive la seguridad psicológica del saber, pero a expensas de una verdadera sabiduría o <<conocimiento>>. Es en este sentido que el posmodernismo, si bien no reniega de lo empírico, se posiciona frente a ello; y puede considerarse que el posmodernismo tiene sentido siempre que sea en sí mismo una contestación a la limitación del empirismo <<ciego>>. Pero si el posmodernismo se olvida de su relación desafiante con el empirismo, se excede de los límites de su propia relevancia intelectual, si bien puede retener aun un valor estructural como cauce fisiológico y fisiorracional dentro de un modelo antropológico que se podría dominar de consumación fisiometabólica generacional.
Contextos históricos de la cultura pop
Se trata de un ejercitar fisiológico verdaderamente fisioantropológico, puesto que el espacio ayuda finalmente a reforzar estabilidad racional de la vida sedentaria; un espacio que prescinde un poco más de las trabas de la coherencia racional para permitir un enaltecimiento puramente fisiológico y como sustancia otra vez precursora de lo sociorracional nuevamente reconstituido, una vez más.
Descríbase la relación entre estos puntos y el cuadro de Ben Shahn titulado Allegory(1948)

Obra que es un buen ejemplo de posmodernismo entendido como cauce fisiológico ampliado que, sin embargo, retiene una relación al menos con conceptos, bien de naturaleza fisiológicamente moral (efecto sensorial, en este caso, que produce en nosotros los cuerpos humanos amontonados), o bien posiblemente político: esto tal y como el mismo pintor relata su propia definición del arte en el libro, The Shape of Content (1957). Y, efectivamente, se trata de un espacio para la imposición fisiorracional que es, ante todo, vivificación fisiosensoria, en tensión precisamente conceptual, que sería algo así como un límite de lo posmoderno, por cuanto no puede soltar amarras de manera completa con lo conceptual, con los reclamos de la racionalidad; porque, además, las cosas finalmente ligeras y sin sentido, al final pueden volverse muy pesaos.
Pero en este caso, ¿cuál es el fondo solo incipiente de la racionalidad-moralidad humana de la que la fuerza creativa del artista se aprovecha en su instrumentalización de la percepción nuestra? He aquí el tema me parece a mí de fondo en la obra de Ortega y Gasset (en España invertebrada (1922), La deshumanización del arte (1925) y Rebelión de las masas (1929)) que es la idea, solo parcialmente esbozada de forma directa por el filósofo español (¡pero sí que lo desarrolla!), de una fisiología humana predeterminada filiogenéticamente solo a partir de la cual han sido -y son aun- posibles las instituciones sociales posteriores. El efecto sensorio intenso sobre nuestro ánimo emocional de la figura de los cuerpos amontonados en el cuadro de Shahn, que repentinamente parece que nos desgarra en el fondo corporal nuestro (pero en el atisbo de solo un momento inicial de la contemplación), sería un ejemplo de este elemento fisiológico preconsciente, ante todo de carácter neural, que constituye la antesala de a posibilidad racional-moral humana, que aquí se hace explícita en nuestra siempre urgente unión en realidad (fisio)corporal con el grupo.
<<Moralizacion>> sedentaria frente a nomadismo
El recurso que tiene la antropología sedentaria a la sustancia fisiosensoria permite que el espacio físico y corporal se sustituya por un ámbito casi completamente totémico, hecho de la experiencia sensoria opróbicamente relevante (que toda experiencia sensoria en una persona normal ya lo es de por sí); como no aparece más espacio por donde desplazarse físicamente, se crea, desarrolla y explota otro cauce fisiológico (no físico sino fisiosensorio) que parcialmente suplanta ya en sus orígenes la vida puramente física.
Barrios bajos de la atención
Fear The Turtle (ya te digo)
Respecto la vida de los gansos, las tortugas carnívoras ocupan el plano subacuático, por debajo del nivel de la superficie del agua; pero eso supone también un subterráneo sensorial del que los gansos, obviamente, no tienen constancia racional, sino solo el miedo más primitivo y ciego (ese que, ciertamente, ya está filogenéticamente encaminada hacia la respuesta fisiológica en la que se agolpan de forma previsible en bandada). Pero ese otro plano que los gansos no pueden <<conocer>> es el de la supervivencia (por cuanto alimento) de estos reptiles. O sea, que estamos ante una suerte de disociación entre las dos especies que al mismo tiempo supone una forma de simbiosis en el tiempo entre ambas.
Pero los gansos no tienen el problema nuestro de anticipar el ataque desde abajo de las tortugas, sino que siguen <<alegremente>> el camino de su propio sino vital del que, evidentemente, no tienen conciencia alguna. Pero nosotros, ante el miedo, inventamos lógicas que ayudan a asimilar esta clase de espanto –esto es, en las ficciones que el terror nos impulsa a crear-, nos capacitamos para sostener el terror en estructuras lógicas que tienen la ventaja crucial de que esas ficciones-lógicas son de consumo colectivo: que son ellas lo que permite el procesamiento grupal del terror.
TERROR———————————–LOGICAS CONCEPTUALES FORJADAS
Como se ve, se crea un vínculo entre la sustancia fisiológico-sensoria y la comprensión sociorracional de la misma (sea la que sea, sin que importe su grado de corrección empírica, sino solo que sea colectivamente congruente). Y también esta mezcla de efervescencia fisiosensoria y lógicas conceptuales devienen, qué duda cabe, en una forma de identidad y (más importante) una fuente poderosísima de visceral confort para el sujeto fisiorracional.
Eso es, que los seres humanos <<moralizamos>>: de la argamasa de la sustancia fisiológico-sensorial, nos imponemos fisiorracionalmente sobre las circunstancias, pero respecto el asunto más importante y como absoluto fisiológico, esto es, la permanencia del grupo. Y toda experiencia sensoria intensa es, otra vez, una llamada al apiñamiento grupal que se puede vicariamente hacer por las mismas ficciones que creamos y de las que echamos mano una y otra vez.
Relación Levi-Strauss y Geertz
Pues respecto a ambos se puede entender que un grupo se sirve de la experiencia sensoria (la contemplación de los efectos de enfermedad en una persona (Levi-Strauss), y la violencia entre los gallos (Geertz)) para reforzar, legitimar animando la misma realidad grupal; esto es, que la fuerza fisiosensoria impulsa a la vez que legitima la realidad grupal a través de la identidad fisiocorpórea individual; que la identidad es la experiencia fisiológica respecto al <<sentido>> colectivo que apuntala. Y tiene lugar, entonces, un sostenimiento de la vivificación fisiológica en los conceptos colectivos, siendo la personalidad social el verdadero artifacto-puente entre la experiencia fisiocorpórea y la identidad colectiva más conceptual.
Socio-Opprobic Rationality and Phyisiogical Projection
La racionalidad socioopróbica debe entenderse como eso que efectivamente permite la proyección fisiosemiótica del individuo social (que lo es en tanto yo <<soicorracional>>). Pero la racionalidad socioopróbica se asienta necesariamente sobre algún grado esencial de ambigüedad; si por cualquier circunstancia esa ambigüedad estructural necesaria ha sido eliminada, la racionalidad socioopróbica ya no se justifica, esto es, no es necesaria para el sujeto fisicorpóreo puesto que la proyección fisiológica ya no tiene sentido en los términos anteriormente definidos. Estas circunstancias destructoras de la necesaria ambigüedad estructural pueden ser, por ejemplo, cualquier certeza tenida socialmente como tal, normalmente en un sentido negativo, que, por su escala de negatividad tan tremenda, borre de un plumazo todo optimismo vital de manera popularmente entendida. En este sentido, cualquier amenaza para el grupo, entendido fehacientemente como tal y con la potencialmente mayor escala demográfica posible, supone la efectiva anulación de la posibilidad de proyección fisiosemiótica individual.
¿Ambigüedad o pendencia?
El cuerpo tiene su centro en la indefinición, esto es, somos cuerpo como limitación física precisamente dentro de un contexto más amplio de lo desconocido. O se puede inferir que la evolución humana ha acabado por hacer de la ambigüedad la pieza fisiológica clave de nuestra relación con el mundo, muy posiblemente porque de este modo vivimos en una tensión permanente que es lo que <<da vida>> por decirlo de alguna manera y respecto los grupos humanos cuya capacidad de perdurar se basa asimismo en la tensión de entre sus componentes singulares como recurso estructural. La libertad humana, por otra parte, podría fundamentarse como concepto en la ambigüedad también en el sentido aquí descrito, eso es, por cuanto la fisiología humana filogenéticamente evolucionada depende del estímulo como recurso que es en sí misma para la estructura grupal en el tiempo. De manera que se podría postular la ambigüedad como garante y guardián de la efectiva realización fisioantropológica nuestra.
Pero en el caso de que el sostén subyacente de la fisiología sociooprbicamente realizada de repente se estropea (como la revelación demasiado brutal que obvia efectivamente toda duda), la sustancia fisiocorpórea humana parece que recurre a otro de las cualidades inherentes a su propia naturaleza que aquí podíamos describir como esta calidad <<pendenciera>> nuestra que todos conocemos en la forma de nuestras improntas de irascibilidad, impetuosidad y de <<mala uva>>; esta calidad, en suma, que nos aboca una y otra vez a llevar la contraria no por otra razón que nuestra propia digamos descarga fisiológica.
Y el caso es que, si sucede que perdemos el verdadero arropamiento que es la ambigüedad para nosotros, nuestra naturaleza fisiocorpórea, en aras de lo que al final es más importante estructuralmente respecto del grupo, se decanta hacia la imposición fisiológica del estallido y de violento rechazo, de raíz y potencial desde luego destructivas lo que, sin embargo, no impide que esta capacidad de rebote violento del hastío y el rechazo (¿qué le vamos a hacer, pues es parte de nuestra naturaleza?) se considere un mecanismo en realidad de corrección respecto del grupo y su estabilidad sociorracional que se encuentra en estado, de repente, de precariedad ante un conocimiento que no admite margen alguno de tonificación fisiocorpórea compatible con la permanencia en el del tiempo del grupo. Y es que los grupos humanos solo existen en su unicidad un tanto absurda (esto es, siendo una unicidad colectiva precisamente) por medio de la vigorización fisiológico-sensorial de los individuos; pero, si la única efervescencia sensoria posible es la de, por ejemplo, la contemplación de la aniquilación del grupo en su totalidad, es evidentemente imposible que el grupo aproveche estructuralmente la misma, de la misma manera, por otra parte, que el arte jamás puede erigirse en una representación respecto de lo que ya es vivencialmente explícita.
Entonces es la pendencia lo que viene a ocupar el vacío dejado por una ambigüedad, pues por medio de enconamiento se asegura la efervescencia fisiológico-sensoria dentro de una nueva mixtificación fisiosenorial, y a partir de la cual un nuevo sostenimiento grupal es posible (o suficiente para que un determinado dispositivo de individualidad social siga siendo viable). Si bien, probablmente se nos cercenaría las posibilidades reales de poder hablar, siquiera pensar, en ello…
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Dos formas diferente de sostén grupal y sociorracional, pero que ambos constituyen una forma de vivificación fisiosensoria para los individuos. La pendencia: sostén fisioantropologico de los contextos carcelarios, por ejemplo; lo que constituye un ejemplo de la experiencia fisiológica, fisiosensoria como sedante de efecto, en sentido estructural analgésico, respecto la limitaciones físico-espaciales más directamente apremiantes e inamovibles: ¿o ya estamos hablando en realidad no de las cárceles, sino de la antropología sedentaria en sí?