Tema ejemplo de la religión como «re-ligamiento»

Esto es, que unas estructuras como mecánica que ya están funcionado -es decir, la cohesión en el tiempo del grupo por medio de procesos sociohomeostáticos de aglutinación colectiva, por ejemplo:

-la estética anatómica del cuerpo humano y en su interacción con otros como espectáculo sociohomeostático;

-también la infernal ratio,

-además de un contrato social tácito no formalizado, basado en el temor/reverencia respecto de la violencia y su críptico vinculo con el grupo.

luego “se transubstancian” en lógicas que permiten al individuo razonar sobre algo que sigue viviendo a nivel más o menos pre-consciente como proceso en realidad colectivo o multi personal que, si se concibe como tiempo colectivo, requiere precisamente que seamos individuos ahora sociorracionales. Lo que apunta a que la religión como lógica se pone a disposición de los sujetos homeostáticos y sirve una función estructural clara en el tiempo (compatibilizar la vivificación fisiológica o sensoriometabólica con la planicidad y orden sedentarios). O sea, algo que está condicionado inexorablemente por la naturaleza emergente o incoativa de nuestra cognición.

La religión, así entendida como dipositivo del que se hace unversalmente dependiente la antropología agraria, supone una reorganización, reinterpreatación y recodificación (o acaso una reformulación) de unas estructuras inherentes a la psique sociobiológica humana, pero según un nuevo semiótica-significado culturalmente particular, a partir de un locus de pertenencia cultural histórica y geográficamente determinada en el tiempo de toda generación nueva; generación asismismo sucesiva en que el estar sociohomeostático pre-consciente y subcortical de cada uno emerge hacia el ser sociorracional de la personalidad humana necesariamente enmarcada por el tiempo cultural e histórico correspondiente.

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Anotaciónes posteriores:

(24sep25)Una forma más remota de la violencia es la que ejerece el colectivo en sí, esta unanimidad violenta girardiana que, aunque la vivenciamos correlativamente y sin una concepción intelectual precisa, pareciera permear nuestra propia intimidad cognitiva como espectro a temer, siendo este atávico miedo algo así como parte de la esencia de nuestra autocomprensión como individuos y fundamento coaccionado de nuestro propio yo.

(12nov25) De manera que parecería haber una continuidad directa entre la psique individual y la sociedad del riesgo, pues ésta se aglutinaría sobre una semiótica de coerción que se presenta, sin embargo, en forma de credo “empírico” que «hace comunión» con las contingencias que pueden surgir a partir de una delimitación racional se entiende que objetiva, pero cuya estabilidad real se debe más al confort material-existencial en el que habitan los cuerpos un día sí y otro también, comprendida como tal por los sujetos no por medio de ninguna mitología cosmogónica ni religiosa, sino a través de la visceral vivencia del progreso técnico (apenas racionalizada); es decir, en forma de nuevos productos tecnológicos y los cambios que estos imponen sobre el espacio fisiológico en el que transcurre el tiempo corporal y colectivo que, por ello, no precisa apenas de ningún gran relato antropológico de sentido (punto de unión, además, entre el concepto del posmodernismo cultural y la sociedad de riesgo, por una parte, y su vinculación con la función titilante del plano límbico necesariamente instrumentalizado).

(13dic25) La bipartición cognitiva obliga a la consideración de un continuo entre lo límbico y lo cortical. Un continuo que puede por lo tanto convertir en titilante cada una de las partes respecto a la otra: en primer lugar, porque lo límbico que siempre emerge efectúa esa función permanente para todo yo racional que, por ello, vuelve una y otra vez al punto de aranque de su propia perspectiva consciente; pero tambien lo cortical entendido como consciencia autobiográfica, si lo enmarcamos dentro de un contexto contemporáneo de la sociedad del riesgo, cumple una función tambien de estímulo digamos epistémico (a través de nuevos horizontes abstractos de carácter más conceptuales, “epirituales” o de carácter intelectual) que sería particularmente urgente respecto a la antropología sedentaria dependiente de la agricultura intensiva. Y sería esta ultima fuerza titilante la que revetería sobre el punto quizá céntrico de dicho continuo entre lo límbico y lo cortical que sería el cuerpo/cerebro automático (CA). De tal manera que sería necesario entender que el CA, en tanto que centro estructural real del tiempo colectivo, estaría expuesta a, se alimentaría de, tanto lo límbico como tambien de este yo más cortical y epistémico. Echamos mano, por lo tanto, de la analogía y metáfora de el caballo con su jinete para aproximarnos a esta relación entre lo límbico-homeostático y lo cortical-epistémico; analogía que entiende el CA, por tanto, como el caballo por una parte, y el cotinuo límbico-cortical que articula nuestro yo consciente como quien se monta en los lomos de aquél.