Imagen Caín y Abel y el tema de “Otra belleza” (Alessandro Baricco)

La guerra y hasta la violencia física en sí misma, puede entenderse como “bella” por su capacidad de resonar moralmente en nosotros; es bella porque es también profunda respecto de un plano metabólico y socio-homeostático interno a todos nosotros: como espectáculo y como  imagen por nosotros vivenciados, la violencia como imposición humana delimita el universo mismo y potencial de la saña y de la crueldad, junto también con el dolor y nuestra vivencia de la piedad y la conmiseración (todo eso que nos manda, de rebote otra vez, a buscar el sentido racional de las cosas y el amparo en realidad colectivo que para nosotros supone el entendimiento y respecto nuestro propio cuerpo singular).

De manera que la guerra -o la violencia en sí y como categoría- es una belleza de relevancia para nosotros sociohomeostática, si bien no toda belleza es homeostática en este sentido. Luego, encontrar otra belleza sustitutoria de la guerra y su aparente función estructural para con la viabilidad sedentaria, no resulta nada fácil. De hecho, no se ha encontrado históricamente aún, pues que la utilidad evolutiva del uso de esta manera de la experiencia esencialmente estética para resonar en el tejido metabólico, electro y neuroquímico de todo individuo socializado en todos los tiempos y contextos humanos, ha resultado imprescindible después para sujetar la experiencia universalmente civilizada y urbana.

Artículo en El País de Alessandro Barrico, 29 de octubre del 2004, Otra belleza