La vivificación sensoriometabólica y el refinamiento cultural

Si es cierto que la plasmación viviente de lo sociorracional depende de la vivificación fisiometabólica individual (porque lo grupos logran mantenerse desde siempre sobre este eje estímulo individual-reconstitución sociorracional) adquieren una importancia estructural no solo

el miedo,

nuestra fascinación por la violencia,

el sentimiento en general de vergüenza y culpa

las fuerzas socioafectivas internas a nostros (el cómo vemos, por ejemplo, la figura del padre o la madre, etc.)

o el aburrimiento

sino también el placer mismo puesto que connota siempre un cierto riesgo o consecuencia moral para el sujeto social; de hecho, como argumento en el texto sobre Sidney Mintz1, el signo de cierto refinamiento cultural ocurre cuando la cultura misma acaba creando espacios de vivificación sensoriometabólica más allá de toda consecuencia moral cruenta y directamente corporal para el individuo. Esto es, que el propio orden cultural habilita espacios de un cierto tipo de simulacro, puesto que la vivificación sensoriometabólica que tiene lugar de esta manera está fuera de toda consideración moral:

el ámbito estético en general culturalmente normalizado (respecto los ritos religiosos, el deporte, los juegos, los espectáculos de violencia más o menos cruentos y el arte en todas sus variantes)

la calidad «pendenciera» de las relaciones humanas como fundamento de lo político y la división intragrupal universal en clanes, castas o clases…

la conversación no obligada

el refinamiento culinario

la relación culturalmente normalizada con lo sexual

Si bien la experiencia sensoriometabólica fundamenta lo moral-sociorracional (para un grupo humano específico en un tiempo histórico determinado) -y puesto que lo moral en tanto aquello que cohesiona el grupo puede suponerse siempre en respuesta a el estímulo sensoriometabólico individual-, la evolución cultural universal, máximo ante el problema de la antropología sedentaria, tendería posteriormente a buscarse espacios de vivificación sensoriometabólica (o estética a secas) más allá de los mismos requerimientos sociorracionales. Es decir, parecería que para hacer viable la antropología sedentaria y específicamente agraria, no solo es necesario ampliar los contextos no físicos de vivificación sensoriometabólica (esto del despegue semiótico), sino que entra con fuerza la idea, además, de espacios necesarios en los que se da dicha vivificación en sí de por sí, sin otra finalidad fundamental que el de ejercicio digamos metabólico de los individuos frente a la inmovilidad esencial de las comunidades agrícolas y sedentarias: sería ésa una vía auxiliar dentro del ímpetu más general de acomodación sedentaria de la fisiología nuestra (que es, como ya hemos argumentado, en realidad producto de un periodo de evolución sociobiológica humana anterior).

______________________________________

1 https://anthropologicalindividuality.com/2020/10/22/un-ejemplo-sedentario-de-la-vivificacion-sensoria-y-la-usurpacion-del-espacio-fisico-material/