Todos buscan la fuente última de legitimidad moral del hombre. Y para estos (y otros muchos más) el lenguaje es en este sentido clave; sin embargo, previo al lenguaje ya existe una forma de congruencia social, una sociorracionaldiad no conceptual (aunque sí simbólica, o en todo caso de carácter potencialmente semiótico), y un paradigma, por tanto, de individualidad específico que es funcionalmente operativo como una fisiología parcialmente extrínseca al individuo (puesto que es producto de una forma de coerción sobre el individuo por parte y efecto del grupo).
En este sentido, mucho más importante sería pues la cuestión del porqué de la adquisición del lenguaje desde el punto de vista del individuo, esto es, aquello que tan imperiosamente le obliga a hacerse socialmente reconocible, por tanto de aprobación, como niño y respecto al grupo dependencia. En ese porqué está la fuente de la moralidad-racionalidad nuestra y universal.