La primera ética y el espectáculo animal antropomorfa: que con facilidad personificamos a cualquier escena de drama animal contemplada, en tanto exhibición manierista de sufrido esfuerzo corporal que adquiere enseguida y automáticamente para nosotros tintes de alguna clase de drama o narrativa moral se diría humana, si nos dejamos simplemente llevar, sin ninguna corrección racional posterior, por solo nuestra natural configuración de la percepción visual. Es decir, que a nivel solo e inmediatamente sensorio, respecto el lenguaje corporal, y posiblemente facial que percibimos en los animales vivos que observamos (normalmente en videos de Youtube, por ejemplo) inmersos en alguna dificultad corporal con los que tienen que luchar (frente a un depredador, o cualquier clase de situación que supone un problema o peligro potencial respecto al cual tienen que medirse) podemos postular la posibilidad de que, inicialmente, no hay ninguna diferencia entre un tipo de escena así contemplada, como experiencia nuestra fisiológica y sensoriometabólica, y otra igual o parecida de seres humanos: tanto en un caso como en el otro nuestra precepción de los cuerpos parece ser una lectura digamos de un acontecer fundamentalmente moral en ambos casos, respecto de cuerpos vivos que se esfuerzan por imponerse ante alguna dificulta o obstáculo de circunstancia. De ahí que sea posible que experimentamos, en ambos casos, improntas de simpatía y conmiseración inicialmente idénticas con el sufrimiento contemplado, sea tanto animal como humano.
Emocional-moral

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-Emociones que se revelan de forma universalmente homogénea a través los rasgos facial-corporales observados.
-Simetría facial que posiblemente preconfigura de alguna manera simetría después conceptual1
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Manierista corporal (moral)

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-Las emociones, que están imbricadas con lo corporal, tambien se revelan al observador a través de las posturas corporales y posicionamiento tensado de los miembros anatómicos ajenos.
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Lo socioafectivo

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-La relación filial trascende en lo visual toda diferencia cultural humano, e incluso respecto la especies no humanas más o menos antropomorfas
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Mecánica socio-corporal o grámatica primaria pre-lingüística: la soberanía sensoria de la violencia
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La yuxtaposición sensoria de la violencia ante el amparo que supone para el individuo el grupo:

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-De tal forma que es lícito postular una “soberanía estructural” de la violencia en sí misma en tanto funda la respuesta en general grupal de las especies. He aquí la piedra angular de todo fundamento moral para el individuo respecto a la situación también primigenia de su permenancia o no en el grupo, permanecia que implica vida, frente a la no pertenencia que implica aniquilación. Pero esta estructura sin duda lógica y tambien cognitiva a nivel emocional-fisiológico, no es en principio racional en un sentido conceptual de ninguna manera para el sujeto sensoriocognitivo
-En apoyo a este aserto se constata que el ojo humano es agudamente sensible a la representación visual de grupos animados, o incluso respecto de series de objetos agrupados de alguna manera que tendemos a antropomorifizar:

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Yuxtaposición sensoria de la violencia contemplada y la seriedad moral de la misma para el sujeto sensoriocognitivo:
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-Al transmitir cada una de estas imágenes alguna forma de violencia percibida de tipo físico, manierista-corporal, emocional-intencional o socioafectivo (respecto al grupo humano en sí y la aniquilación barruntada del mismo), tiene cada una de ellas también un grado de obligación moral para el sujeto sensoriocognitivo.
-Pero la relevancia moral para el sujeto perceptor parte de su propia condición corporal, pues dentro del contexto del grupo la impronta observada de violencia (física, maniersta-corporal, emocional-intencional, o socioafectiva) tiene inexorablemente consecuencias respecto la integridad continuada o no del grupo en sí: la relevancia de lo observado en este sentido para el individuo supone la especular reafiramación de su propia condicion vital como en realidad dilema de su pertenencia o no y nunca colmada (pues es solo de carácter en realidad fisiológica y sensoriomoral, nunca en sentido anatómico).
-De hecho, se postula aquí el sostenimiento identitario colectivo y estructural del grupo a través en realidad de la psicofisiología individual, en tanto bucle entre la vivificación sensoriomoral preconsciente, por una parte, y la definición sociorracional por otra: el punto bisagra entre las dos partes o ámbitos es el sentido «opróbico» que retiene para el individuo su propia experiencia corporal y somatosensoria frente a los otros cuerpos pertencientes.
-Es de suponer, por tanto, que no hay cuestión más importante para el individuo corporal que la integridad efectiva del grupo y su propio lugar en el; se trata de una cuestión todavía no intelectualizada para el sujeto sensoriocognitivo cuya sensorialidad queda traspasada de forma permenante por esta cuestión jamás definitivamente resuelta a lo largo de toda vida humana, si bien la intensidad de esta sensibilidad innata puede amainarse de alguna manera al acercarse a la senectud.
–De ello se sigue que la percepción de la violencia (en cualquiera de las manifestaciones que postulamos) tiene para el sujeto sensoriocognitivo tal importancia que obvia, al menos momentáneamente, cualquier otra prioridad sensorial, pues si lo percibido no tiene ningúna relevancia moral en el sentido sensorial que comentamos -porque no se relaciona de ninguna manera con el grupo propio-, parecería que somos menos predispuestos en primera instancia a siquiera percatarnos de ello.
-Y como la violencia percibida, en el sentido aquí propuesto, es en sí misma la antesala causal del porqué del grupo (y por ende de la propia personalidad finalmente sociorracional), posee para nostoros una primacía sin duda somatosensorial de vida y muerte que, no obstatente, no es inmediatamente susceptible de entenderse (´descodificarse´) conceptualmente. De acuerdo con esto, surge la cuestión propuesta de una suerte de homeostasis sensoriomoral al centro de lo que podríamos decir una mecánica de la individualidad antropológica a partir, en realidad, del grupo frente a la percepción sobre todo visual del sujeto sensoriocognitivo.
-Puede vislumbrarse, por otra parte, la relación que tiene nuestra naturaleza sociofisiológica y su dependencia técnica en la adversidad en general causal (o la violencia, a secas) con la necesidad sedentaria del ejercicio sensoriometabólico, necesidad a la que los medios en general visuales contempóraneos evidentemente han ido desarrollándose como respuesta.